De marxismo y feminismo por Maripi Castillo

6 de Marzo de 2018

    La lucha que las mujeres llevamos manteniendo durante siglos en aras de la emancipación de nuestro genero para desprendernos de las garras de los poderes económicos y heteropatriarcales que nos explotan, maltratan y oprimen, es también una lucha de clases y el feminismo es la poderosa herramienta con la que las mujeres contamos para hacer frente a estos poderes.

El capitalismo y el heteropatriarcado como sistema de explotación van unidos profundamente en las relaciones de producción, Esta mezcla terrible consigue que la fuerza del trabajo de las mujeres (que es lo único que podemos  vender en el sistema capitalista)  quede completamente devaluada, para  que de esta manera el sistema  sea capaz,  mediante los distintos mecanismos de explotación que conocemos  y siguiendo  el esquema de acumulación acumulativa por desposesion, de obtener una plusvalia inmensa de nuestra fuerza de trabajo.

Pero ademas de esta explotación durante el proceso de producción capitalista, las mujeres sufrimos otra explotación (la reproductiva) en esta misma cadena de acumulación capitalista.  Se trata de ese trabajo domestico que queda de puertas para adentro, oculto en el ámbito privado y del que el capitalismo extrae una plusvalía absoluta por no ser reconocido, por estar invisibilizado por lo poderes económicos y heteropatriarcales. El capitalismo necesita para garantizar su tasa de ganancia de un contingente de trabajadoras  explotadas que ademas de ser indispensables en la producción de mercancías y servicios mediante el trabajo asalariado, sea capaz de mantener las condiciones vitales para que la cadena trabajo-capital se perpetué ( trabajo reproductivo)

Partiendo de la perspectiva de la división internacional de trabajo, dos realidades de las mujeres: El trabajo domestico y el trabajo agroindustrlal.

Al analizar la repercusión del factor de genero debemos partir de un escenario asimétrico en lo que respecta a los trabajo de cuidados:  El hombre no se encarga de ellos y si lo hace en en una proporción ínfima para que sea tenido en cuenta en cuanto al valor que produce.,ademas la sociedad  ha asumido la noción heteropatriarcal de la mujer “cuidadora” y responsable del ámbito  domestico.  La realidad de las trabajadoras del ámbito domestico es un fiel reflejo de esta división sexual e internacional del trabajo: El capitalismo debido a esa incapacidad para resolver la crisis de cuidados generada por su propia dinámica (donde las mujeres han pasado a formar parte del contingente explotado durante el proceso productivo mediante la “incorporación al mundo laboral” ) ha identificado y se ha aprovechado un ejercito de reserva que resuelve esta contradicción en los países occidentales, miles de trabajadoras de otros países viene a cubrir esa función mantenedora de la vida reproductiva en el capitalismo, indispensable para la supervivencia de nuestras sociedades centrales. Esta diseminación de mujeres provenientes de países empobrecidos en un mundo global capitalista sirve para esconder  la incompatibilidad que existe entre el auge del capitalismo y el mantenimiento de la vida, ya que el argumento es que el capitalismo funciona tan bien, que debe importar mujeres cuidadoras de otros países. Esta cadena del trabajo de carácter global garantiza así la pervivencia del sistema capitalista, convirtiendo en un drama para las mujeres que deben renunciar a sus vidas en sus lugares para servir a los estados occidentales.

Otro escenario donde la división sexual del trabajo se muestra en toda su crudeza es la que sufren las trabajadoras el mundo rural:

El sistema capitalista se ha mostrado totalmente incapaz de satisfacer las necesidades de las personas ademas de incompatible con la naturaleza. La brecha en el campo andaluz se ha agudizado debido  los procesos de acumulación capitalista de los holding empresariales y las multinacionales de la industria agroalimentaria que ha aniquilado las pequeñas producciones agrícolas y que utiliza a las mujeres como  mano de obra semiesclava en los procesos de producción y manufacturas (ejemplo envasadoras de productos). Ademas los trabajos de producción y reproducción de las mujeres en las zonas rurales son los mas penosos, peor remunerados y sin protección frente a las contingencias tanto en el trabajo como en las tareas de mantenimiento de esas labores. En este sentido la lucha que desde el PCA se esa realizando para la eliminación de las peonadas, supone una esperanza para que la desigualdad para el acceso al trabajo en condiciones dignas acabe desapareciendo. La perspectiva ecofeminista integrado en un marco de respeto y colaboración con la naturaleza es parte de la lucha que desde el feminismo se debe poner en practica.

Esta huelga feminista, por tanto, también es marxista. Porque las mujeres somos parte indispensable de la clase trabajadora y la única posibilidad de liberarnos como clase pasa por considerarnos a nosotras mismas como  sujeto activo revolucionario en pie de igualdad y para ello necesitamos una fuerte dosis de desobediencia organizada. Por eso ésta en una huelga internacional, porque afecta a todos los territorios del planeta, se trata de una huelga en defensa de los derechos humanos. Deber ser una huelga que afecte a todas las esferas de la vida cotidiana ya que nosotras somos clave en el mantenimiento de la vida. Porque la explotación y maltrato hacia las mujeres afecta total y homogéneamente a todas las personas del planeta, ya que al ser explotadas nosotras, también lo es el resto de la humanidad. Porque no se puede considerar la lucha de clases de manera aislada  ya que la explotación que ejerza un poder sobre esta clase, la nuestra, la trabajadora, repercutirá inevitablemente en nosotras como mujeres.

Categorías: Feminismo

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