De la Revolución Bolchevique a la caída de la URSS: La URSS de 1917 a 1991

28 de Septiembre de 2017

Lo que solemos denominar REVOLUCIÓN RUSA es una serie de acontecimientos ocurridos entre febrero y octubre de 1917, de suerte, que contempla la abdicación del Zar Nicolás II (1868-1918), la constitución de un gobierno provisional y la resolución de desbancar a este gobierno por un grupo minoritario, concretamente por la facción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. A lo largo del siglo XX, La Revolución Rusa influyó decisivamente en la Historia de Rusia, de la Unión Soviética y del resto del mundo al contribuir en la lucha contra el auge de los fascismos, apoyar a los regímenes comunistas de los países que practicaban esta ideología marxista y respaldar los procesos de descolonización.

La Revolución Rusa surgió de la Primera Guerra Mundial, sin embargo, hay que señalar, que también, fue consecuencia de factores anteriores, como el fracaso de las reformas gubernamentales emprendidas por el Zar Alejandro II (1818-1881) en la década de 1860. Las contra-reformas de Alejandro III (1845-1894) y Nicolás II tras el asesinato de Alejandro II en 1881, el frustrado intento de establecer un régimen constitucional entre 1905 y 1917, una tradición relativamente larga de movimientos revolucionarios (jacobinos, ácratas, populistas y marxistas), la aparición de una primera confederación sindical (el Bund Judío) y de partidos políticos como el social-revolucionario, el social-demócrata, dividido pronto entre bolcheviques y mencheviques y el liberal denominado de los Cadetes y se distingue de todas las revoluciones anteriores, ya que fue precedida por décadas de debates de intelectuales sobre la necesidad, posibilidad y conveniencia de llevar a cabo cualquier revolución e instaló la idea marxista del término.

Los seguidores rusos de Marx ampliaron la idea de revolución introducida por la revolución francesa, es decir, el asalto violento y masivo al poder desde abajo y su consiguiente reestructuración, a partir del principio de que la revolución no termina con la conquista del poder, sino que debe crear un nuevo orden económico y social sin clases, en definitiva lo que se denominó: Un Hombre Nuevo, portador de cualidades altruistas, solidarias y desinteresadas en el ejercicio de su responsabilidad particular para con el resto de hombres y mujeres.

La Revolución Rusa, fue el arranque del proceso de transformación del sistema autocrático del zarismo en un régimen totalitario comunista que culminaría con el bienestar de los ciudadanos.

A nadie que se preste a ser comunista se le puede escapar que el sistema del poder bolchevique fue creado por Vladimir Ilich Uliánov, más conocido por Lenin, con la estimable y decisiva colaboración de León Trotski, Nikolai Bujarin, Lev Kamenev y Grigori Zinoviev, entre otros, consolidado por Jósif Stalin y mantenido por Nikita Kruschev Y Leonid Brezhnev.

Es bueno indicar que, entre el comienzo de la Primera Guerra Mundial y 1921, se establecieron los cimientos del Estado Bolchevique entre ininterrumpidos conflictos armados de diferente índole, como la Gran Guerra, la Revolución de febrero a octubre, la Guerra Civil (1918-1921) que trajo consigo lo que se denominó: Comunismo de Guerra, que no fue otra cosa que el conjunto de medidas adoptadas por el gobierno bolchevique, como requisas de la producción agrícola, prohibición de todo comercio privado y nacionalización de los establecimientos industriales y la guerra ruso-polaca de 1920.

El establecimiento de nuevas instituciones y de una cultura proletaria, el uso sistemático de la propaganda, la destrucción de la aristocracia, de la burguesía y de la iglesia ortodoxa fueron los poderes del poder soviético y los más decisivos para la pervivencia de la Revolución Rusa. Los bolcheviques, llevados por el fervor revolucionario e inspirado en los textos marxistas, querían construir una comunidad universal emancipada de todas las estructuras políticas previas en donde se había explotado a la clase obrera siempre.

Diversos autores coinciden en que el ideario y las prácticas leninistas posiblemente no hubieran sobrevivido tanto tiempo (1917-1991) sin el régimen estalinista. La industrialización a marchas forzadas, la colectivización, la deskulakización (eliminación de los campesinos ricos), las purgas y el Gran Terror fueron los principales instrumentos del régimen estalinista, ya que Stalin conservó los elementos básicos del leninismo, pero alteró algunos de ellos: fortaleció la centralización de la administración, suprimió las empresas privadas y el comercio individual y legitimó su poder a través de loa glorificación del poder estatal, de los valores de jerarquía y patriotismo y del culto a la personalidad. Aun así, el régimen estalinista obtuvo su máxima legitimidad tras la victoria en la Segunda Guerra Mundial contra la Alemania nazi, lo que le permitiría afrontar después de la Guerra Fría contra el Occidente Capitalista y sus aliados en todo el mundo.

Con Jrushchov, la URSS vivió una etapa de condescendencia y prosperidad, llegó Brezhnev y con él llegó el estancamiento económico, le siguieron Chernenko y Andropov, que supieron erradicar el estancamiento económico, hasta de que llegó un tal Gorbachov, que fracasó al cuestionar sus principios ideológicos, mejor dicho los traicionó y se dejó engañar por un sistema invocado por el presidente de los EE UU, que se denominó: La Guerra de las Galaxias, que no existía, finalmente cuando optó por aquellas reformas profundas llevó a la URSS y a los principios marxistas al abismo.

Desgraciadamente el 31 de diciembre de 1991 desapareció el Estado cuyas fronteras coincidían, más o menos, con las del antiguo Imperio ruso y cuya población abarcaba un número amplísimo de naciones. Un Estado que se había dotado de una poderosa base industrial y militar en la década de 1930 y que había derrotado a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, con la pérdida de veinticinco millones de sus habitantes. Un Estado que se convirtió en una superpotencia y compitió con EE. UU. a finales de la década de 1970 y que fue epicentro del comunismo mundial y cuyo orden político y económico introdujo nuevos conceptos en el lenguaje del pensamiento político.

Cuidado, que la desaparición de la URSS no ha significado la victoria automática de la mal llamada democracia liberal con sus cambios neoliberales y la destrucción del Estado del Bienestar y la prueba de ello es el fracaso de Rusia en la supuesta transición a la supuesta democracia y la vuelta a las tensiones geopolíticas en el espacio postsoviético, el ejemplo, lo tenemos en la guerra de Georgia en 2008, anexión de Crimea y la guerra en la región de Donbás en Ucrania en 2014 y en Europa Central, los Balcanes y Oriente Medio, donde Moscú aspira a recuperar sus antiguas zonas de influencia, cabría preguntarse, ¿cómo se conseguirá todo esto?, posiblemente con la caída de Vladimir Putin por los comunistas rusos, aunque esto último no deja de ser una hipótesis mía.

Habrá que señalar por los acontecimientos antes referenciados, que la Rusia actual actúa como una potencia revisionista que no acepta el orden internacional creado tras el final de la Guerra Fría, recuérdese que Vladimir Putin fue coronel del KGB y se ha inventado una nueva guerra que lleva por título: Guerra Híbrida, que consiste en conquistar el espacio informativo, sin enfrentamientos convencionales entre los enemigos de siempre, siendo su principal instrumento la desinformación, que implica medias verdades y mentiras difundidas por medios de comunicación y en redes sociales con el fin de desestabilizar el sistema político, militar y económico de las sociedades rivales y por ende capitalista neoliberales.

Por todo ello, hoy en día es mucho más costoso matar al soldado del ejército enemigo que en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Si se puede persuadir a una persona, no hace falta matar.

El ciclo revolucionario ruso todavía no se ha cerrado, cabría preguntarse: ¿Le corren a Vladimir Putin todavía por sus venas las teorías marxistas de lo que debe ser el Esatado?.

Autor: Francisco Javier Mingorance

Categorías: Memoria Democrática

Comparte: