En el 55 aniversario del discurso pronunciado por Martin Luther King "I have a dream"

9 de Agosto de 2018

por Fco. Javier Mingorance Morcillo, miembro del Núcleo del PCA en Almería

Se estima que entre 300.000 y 400.000 personas, o quizás más escucharon el esperanzado: “Yo tengo un sueño”, que se expelió de la poderosa y elocuente voz de Martin Luther King el 28 de agosto de 1963. Este año se celebra el 55 aniversario de la marcha que se realizó el sobre Whashington.

Con estas palabras del inicio de su discurso el líder del movimiento pro derechos civiles expresaba su deseo de un futuro en el que la gente de piel tanto negra como blanca, pudiesen, sino convivir, por lo menos sí coexistir armoniosamente y como iguales.

Muchos/as somos los/as que creemos y aseguramos en Luther King pronunció aquel día uno de los mejores discursos de la historia y de la historia de su país.

Lo tituló I have a dream y se convirtió en un referente para los que se enfrentaban a diario contra la discriminación racial.
Así que, fuese el mejor o no, lo cierto es que es el más famoso y, sobre todo, fue con el que logró alimentar las esperanzas y los sueños de toda una generación en un momento de importantes desafíos en la política social estadounidense.

Todas/os aquellos/as a los que se dirigía Luther King perseguían el mismo sueño: el fin del racismo, por todo ello, aquel caluroso agosto de 1963, una multitud luchadora y esperanzada marchó por Washington para exigir el respeto a sus derechos civiles, solo unos meses después de esta movilización, incrédulos/as y soñadores/as pudieron comprobar cómo se hacía realidad la aprobación de la Ley de los Derechos Civiles 88-352, 78 United States Statutes at Large 241, promulgada el 2 de julio de 1964, destinada a garantizar que las personas de raza negra ocuparan el lugar que les correspondía en la legislación estadounidense, además de intentar asegurarles un lugar digno dentro de una sociedad todavía racista, a pesar de haber pasado más de cien años desde la abolición de la esclavitud.

Cómo me hubiera gustado ver al señor Luther King saludando a la multitud de manifestantes frente al monumento de Abraham Lincoln durante la Marcha en Washington por el trabajo y la libertad en aquel día 28 de agosto de 1963. Difícil hubiera resultado, yo tenía entonces 4 años y 8 meses. Con el tiempo y avanzando mi edad leí el discurso completo que lanzó a los cuatro vientos aquel día y otros sobre temas sociales. Su labor en pro de los derechos civiles, contra la desigualdad, en favor de la solidaridad y contra el racismo fueron encomiables.

"He ido a la cima de la montaña"

Así tituló el reverendo Martin Luther King el que sería su último discurso, en el enunciado, dirigido a los ciudadanos de Memphis diciendo: “…Como cualquiera, me gustaría vivir una vida larga…”. Cuando pronunció estas palabras era el 3 de abril de 1968, había viajado hasta aquella ciudad de Tennessee para apoyar una huelga de trabajadores sanitarios, que intentaban luchar por un sueldo y un trato más digno. 

Al día siguiente, con tan solo 39 años de edad, Martin Luther King fue asesinado de un tiro en la cabeza a las 18 horas y 1 minuto, a la puerta de su habitación en el motel Lorraine. El francotirador disparó desde la ventana del baño de una habitación, aprovechando un instante en el que el líder del movimiento pro derechos civiles saludaba a sus seguidores desde el balcón del hotel.

Las reacciones ante el asesinato variaron desde silenciosos memoriales hasta apasionadas manifestaciones y violentos disturbios. Policías locales y estatales actuaron para restablecer la paz en las calles de casi todas las ciudades estadounidenses, pero algunos optaron por hacer un gesto de respeto por la ferviente creencia del señor King en el poder de la protesta pacífica.

Dos meses después del asesinato del señor King, el 8 de junio de 1968, el convicto fugitivo James Earl Ray fue capturado en el aeropuerto de Heathrow en Londres, con un pasaporte canadiense falso, se declaró culpable en ese momento para evitar la pena capital e ingresó en prisión con una condena de 99 años.

Cuantas veces he visto por mis ojos, al señor Martín Luther King, tras recibir el disparo, postrado en el suelo, y a su alrededor los colaboradores que lo acompañaban señalando en la dirección en donde se encontraba el asesino. Siempre me impacto esa escena, tanto vista en vídeo como en fotografías.

Hoy en día, el motel Lorraine, donde el señor King fue asesinado, es el Museo Nacional de Derechos Civiles.

El recuerdo de una figura emblemática

Hoy en día, Martín Luther King es una figura importante no solo para la Historia de los EE.UU., sino para el movimiento de derechos civiles a nivel mundial, sin embargo, aun así, su activismo generó controversia, a pesar de sus métodos pacíficos. Por ello, aunque desde el mismo momento de su asesinato se intentó instaurar un día en su honor, no resultó nada fácil.

Después de todo, se trataba de otorgar un día de honor a alguien que no había sido presidente, algo que jamás se había hecho en los EE.UU. Y no solo eso, sino que era una persona afroamericana en una época en que las tensiones raciales aún estaban lejos de ser superadas.

Por estas razones, la propuesta tuvo que superar obstáculos e incluso fue rechazada varias veces antes de concretarse.

En 1983, gracias a varias campañas y peticiones al gobierno estadounidense, el entonces presidente Ronald Reagan firmó la ley que establecería que, a partir de 1986, el tercer lunes de cada mes de enero sería declarado el Día de Martín Luther King.

Cabría preguntarse, ¿por qué ese día? Por la ley de festivos que en los EE.UU. tienen que celebrarse en lunes, y el nacimiento del reverendo King fue el 15 de abril, de manera que era lo que más se acercaba a la fecha señalada.

Poco a poco, se ha ido estableciendo una costumbre que se repite cada año, y es que cientos de voluntarios de todo el país donan su tiempo para realizar actividades de apoyo a comunidades necesitadas para mantener vivo el recuerdo del representante más importante de la lucha contra la discriminación racial del siglo XX.

Martín Luther King; ausente, presente.

Categorías: Memoria Democrática

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